Apuntes etnográficos del concejo de Quirós. Minas y altos hornos» (Rescata la memoria del trazado alternativo a Pajares por el puerto Ventana)

Información facilitada por KIOSCO PLAZA MARIA CRISTINA.
Ribadesella. Principado de Asturias

Cuando Gabriel Heim, socio representante de la compañía francesa Chauviteau, adquirió en 1860 un total de 53 minas de hulla en el
concejo de Quirós sabía lo que se hacía. Allí abajo había treinta millones de metros cúbicos de carbón para extraer. La Fábrica de Armas de Trubia se presentaba como uno de los principales clientes. Se iniciaba un impresionante proyecto que incluía minas, siderurgia y ferrocarriles, todo ello bajo el paraguas de la Societè Houllière de Quirós, nacida en 1868, con más de once millones dereales de presupuesto inicial.
Los planes no salieron como se pensaba, pero aun así en 1870 comenzó a funcionar el primer alto horno, capaz de producir diez toneladas de lingote al día, la mayoría, camino de Fábrica de Mieres. El segundo horno alto inició su actividad cinco años más tarde.
En 1884 se inauguró el ferrocarril desde Quirós a Trubia. Todavía se iba a levantar un tercer alto horno, años después, sobre la estructura ya obsoleta del segundo.
La sorprendente historia de las minas y los altos hornos de Quirós acaban de contarla el quirosano Roberto Fernández Osorio, corresponsal de LA NUEVA ESPAÑA en la zona, y Alva Rodríguez Fernández, directora del Museo Etnográfico de Quirós desde su apertura en 1998. Su libro «Apuntes etnográficos del concejo de Quirós. Minas y altos hornos» es el segundo de una serie que se inició en 2008 con «Tierra. Agricultura y ganadería», una mirada al pasado del municipio, que es la mejor forma de apuntar hacia el futuro y, de paso, entender un poco más el presente.
El libro recoge testimonios -los que aún quedan- de un período minero intenso. Y muchos nombres que conforman el «precio del progreso», mineros quirosanos caídos en el trabajo, hasta 95 en casi siglo y medio. Desde el que probablemente fue el primero, un chaval de 18 años llamado Bernardo Vázquez, en 1873 (queda la duda por falta de documentos de si hubo accidentes mortales antes de esa fecha), hasta el último, un picador del pueblo de Cienfuegos, Carlos Álvarez, que murió en 2004 en un accidente en Mina Jovesa, en el concejo de Aller.
Capítulo aparte merece el accidente de Mina Mariquita, en noviembre de 1973, que se llevó por delante seis vidas. El cronista oficial de Teverga, Celso Peyroux, lo recuerda en las páginas del libro. Él lo cubrió como corresponsal de este periódico: «Cámara en ristre y bloc entre unas manos nerviosas fui tomando nota de todo cuanto acontecía ante mis ojos: prisas, agitación, angustia…, relevos de hombres que llegaban extenuados, los ojos de todos puestos en aquel cable de plano inclinado… Vi por primera vez la esencia del
dolor en toda su crudeza».
La obra cuenta historias curiosas. Una de ellas tiene que ver con un tren fantasma, el de la variante quirosana hacia la cordillera Cantábrica. La alternativa no pasó del papel. En 1863 el ya mencionado ingeniero francés Gabriel Heim ideó un paso ferroviario que formaba parte de un inmenso proyecto que uniría puertos, cuencas carboníferas y centros industriales, una red de 242 kilómetros de vía con un coste inicial de 252 millones de reales. El paso por la Cordillera no se produciría por el puerto de Pajares, sino por el de Ventana, cruzaría los concejos de Quirós y Proaza, enlazaría con Trubia y llegaría hasta San Esteban de Pravia. Todo quedó en proyecto, porque en 1864 la Administración concedió las obras por Pajares, en lo que fue considerado como el reto más importante de las comunicaciones españolas hasta aquel momento. Tuvieron que pasar veinte años y un sinfín de dificultades para que Asturias estuviera unida a la Meseta por ferrocarril. Hoy, planos en mano, aquella variante quirosana, que probablemente quedó fuera de juego no sólo por meros criterios técnicos, no parece descabellada ni mucho menos.
La minería del carbón forma parte de la historia de las tierras de Quirós. Irreversible e irrenunciablemente; pero el subsuelo quirosano, afirman Osorio y Rodríguez, dio mucho más juego. Los veteranos del concejo recuerdan las concesiones para la extracción de espato flúor, que arranca en la década de los cuarenta. Hace unos años hubo un intento que se quedó en casi nada para la explotación de caolín. Hasta hubo quien buscó oro en el pueblo de Cortes y en la zona de Corros. Oro había, pero de muy baja ley, y el esfuerzo no compensaba. La tierra de Quirós se quedó con él. Poco importa: el oro de Quirós está al descubierto.
Páginas: 157
Encuadernado en Rustica en tamaño 30 x 21 13,50 €

Ramon Capin tarjeta