El ferrocarril de Mérida a Sevilla.
La concesión de este ferrocarril se otorga en 1869, y en 1870 se inaugura el primer tramo entre Los Rosales, cerca de Sevilla en la línea de esta ciudad a Córdoba, y Villanueva de las Minas. Este tramo era el de mayor interés de explotación pues daba salida a los carbones de las minas de La Reunión, que eran ampliamente utilizados como combustible por las compañías ferroviarias de Andalucía, y posteriormente por MZA.
Tras la puesta en servicio de este tramo, las obras se desplazaron al otro extremo de la línea, entre Mérida y Llerena, donde el recorrido era llano y fácil. Pero la capacidad económica de sus promotores no era grande y el tramo central imponía una gran dureza a su construcción, lo cual, unido a la inestabilidad política y económica de la época, abocó en 1878 a sus promotores a entablar negociaciones con MZA para que se hiciese cargo de la empresa y de los acreedores. Pero MZA estaba en aquellos momentos pretendiendo a la compañía del Fc. de Ciudad Real a Badajoz y no mostró ningún interés en el acuerdo, frente a lo cual la negociación se redirigió hacia la compañía de Andaluces que en principio se interesó por las condiciones de la absorción de la línea. Pero los acreedores habían emprendido pleitos y litigios que duraron bastantes años y quitaron atractivo a la línea, y de esta manera fue finalmente MZA quien en 1880 tomó su control. No obstante, los acreedores terminaron constituyéndose en sociedad creando los Ferrocarriles Extremeños para proseguir los litigios por el control de la línea que no se terminaron de dirimir hasta 1886.
Finalmente en 1885 MZA terminará la línea uniendo los dos tramos extremos y abriendo al público el recorrido de Mérida a Los Rosales, aunque los pleitos aún estaban en curso.
Con posterioridad MZA construiría el ramal de 66 kilómetros desde Cáceres a Aljucén, cerca de Mérida sobre la línea de Ciudad Real a Badajoz, que en aquel momento ya poseía.
El retraso de quince años en la construcción de esta línea pone de manifiesto una vez más la escasez de recursos con que se acometía la construcción de ferrocarriles en nuestro país, y el mínimo interés en terminarlos dado el poco desarrollo de las zonas que atravesaban.
Contrariamente a lo que ocurría con las locomotoras y los vagones, en los inventarios de MZA consultados no consta ningún coche originario del Fc. de Mérida a Sevilla, ni tampoco se aprecia huecos suficientes que sugiera una retirada temprana de los mismos.